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Salalah, antes Dofhar (que es la provincia), conocida en la Antigüedad como la Arabia Feliz, o cuando las expectativas son tan bajas que la cosa solo puede mejorar.
Atracamos en este pueblo del sur de Omán el 9 de diciembre y, sinceramente, nos planteamos no bajar del barco. Pero los niños erre que erre que querían un coco y allá fuimos.
Regateo
En el Puerto hay un transfer que te lleva gratis a las afueras del recinto donde, como de costumbre, esperan varios taxis con sus respectivos taxistas para trabajar. Enseguida te rodean. Te llaman. Te ofrecen. Te preguntan. Uno tres horas por 80 euros, otro por 60, otro dos horas por 40. El de 80, el primero, ahora que él 40 también.
Nos subimos. Tenemos por delante tres horas para descubrir Salalah (otra vez la cancioncilla).
El taxista nos lleva primero al mercado del oro y de la plata, seguramente despistado por Bicho, que va de Ralph Lauren de arriba a abajo. Y luego a la mezquita del Sultan Qaboos construida, como todas, para que quede claro el poder de quien la hizo.

Agua de coco

Pasamos de largo y seguimos a lo nuestro. Salalah es una ciudad grande, con sus Pizza Hut y Centro de clasificación de Amazon, pero conserva grandes plantaciones en su interior y camino de la playa las vemos, cuando paramos al borde de una de las carreteras donde se reparten numerosos puestos que venden los frutos cultivados justo detrás: cocos, plátanos, papayas, caña de azúcar y FNI (frutas no identificadas, a partir de ahora).

Por un dólar puedes disfrutar del bonito contraste de ver a un hombre liado machetazos con un coco para acto seguido, muy delicadamente, ofrecértelo con una pajita encima. Te cobran un dólar pero el espectáculo vale mucho más. Y la dulce agua de coco, este día de calor del demonio, también.

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Vamos al palacio del Sultán, que no se puede fotografiar ni visitar, al famoso viejo zoco, Suq Al Husn (¿o era Al Hafa Suq?), controlado por pakistaníes, bangladeshíes e indios, lleno de incienso (el blanco es el más puro), telas, ropa, cepos para ratas y también FNI… ni un omaní en el horizonte y, finalmente, al paraíso playero que lo contempla.


Bajamos del taxi y siento el impulso de salir pitando, de quitarme los zapatos. Fuera calcetines. Los pies se me entierran en la arena, no en plan arenas movedizas, sino arena como un abrazo, arena de algodón, blanca, limpia, cálida en su punto justo. Bicho me mira a lo lejos, con aspecto de estar pasándolo mal, odia el sol. ¡Aquí está encerrado el santo Job!, me grita, muy identificado. Cierro los ojos, qué sensación, qué gusto, qué cosquilleo, qué… abro los ojos. Los niños están alegres porque también se han quitado los zapatos y además los pantalones y están liados intentando hacer lo propio con el resto de la ropa mientras corren hacia el agua prístina. Hago un cálculo rápido: diez segundos más y estarán desnudos, y probablemente las playas nudistas musulmanas… no existen. ¡¡Quieeee… TOS!! Freno como puedo el despelote infantil y consigo algo que normalmente me cuesta primero mosquearme y luego tomar conciencia: disfruto el presente, me relajo, tanto, que hago una foto a dos pájaros que parecen mini gaviotas (200 ornitólogos se están revolviendo en su tumba). Me siento bien, me siento zen, me siento en la orilla, embobada, me empapo sin darme cuenta. Fin del momento Ohmmmm.

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Volvemos al taxi con arena desde las orejas hasta el dedo meñique del pie, que es una forma elegante de decir que tenemos arena en el culo y toca ducha vespertina. El taxista sonríe pero no hay quien se crea que no le molesta que le llenen de arena el coche. Yo limpio, dice, y le regala a Bicho una bufanda palestina con una peste a incienso que han pasado dos días y un lavado con el jabón lagarto que me llevo a todos los viajes y sigue teniéndola. Dis cost tuenti dolars bat is friforyú. Le dice. Y lo entendemos porque ninguno sabemos bien inglés.

Información práctica
Salalah es mucho más de lo que vimos, como de costumbre. Esconde tesoros arqueológicos, museos, mercados y playas bordeadas de palmeras. Como siempre, Wikipedia te lo cuenta mejor que yo. No obstante, ahí van algunos apuntes de chorrocientas cosas que hacer en Salalah:

Guide: 15 Best Places to Visit & Things to Do in Salalah Oman

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