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La vida es un círculo. Por ejemplo, el conductor del tuk-tuk de esta mañana nos da dos vueltas por la ciudad antes de llegar a la estación desde la que saldríamos para el Ayutthaya, un parque histórico a 80 kilómetros al norte de Bangkok formado por las ruinas de la antigua capital de Tailandia, fundamental para conocer y comprender un poco mejor el arte y la cultura de este país. El caso es que nos cobra el doble de lo previsto y, cuando bajamos, se le pincha una rueda ¿Casualidad o karma?
Otro ejemplo: un día un príncipe renuncia a sus privilegios y riquezas y decide vivir como un ermitaño. Pasan unos años y alcanza la iluminación, debajo de un árbol de bodhi, y una noche de luna llena del año 528 A.C. pone en movimiento la rueda del Dharma. Más de dos mil años después, mientras cientos de millones de personas veneran sus enseñanzas, una misteriosa cabeza que lo representa aparece, sin que nadie haya podido descubrir todavía cómo, incomprensiblemente unida a las raíces de un árbol. Y no un árbol cualquiera, sino un árbol de bodhi, el mismo de la iluminación, es el de la cabeza incrustada en sus raíces que está, atención, en Ayutthaya… ¡Ayutthaya! El parque histórico a 80 kilómetros al norte de Bangkok formado por las ruinas de la antigua capital de Tailandia, fundamental para conocer y comprender un poco mejor el arte y la cultura de este país, adonde, por cierto, fuimos esta mañana.
Y se cierra el círculo.

 

De Ayutthaya sabemos que es mágica y poco más. Fundada en 1350, reinaron en ella 33 reyes y llegaron a habitarla 10 millones de personas.
Los birmanos arrasaron esta antigua capital de Siam en 1767 y se esmeraron en destruir sus símbolos más sagrados, incluyendo decapitaciones en serie de budas.
La Unesco nombró al Parque histórico de Ayutthaya Patrimonio de la Humanidad en 1991.
Era un lugar sorprendente para su época, por sus dimensiones, su organización y su carácter cosmopolita. Ayutthaya se convirtió en una de las ciudades más grandes y ricas de Asia, rivalizando con Londres en influencia y riqueza.

 

En resumen, hemos tenido un día redondo.
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