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Salta, salta, salta

Pequeña langosta.DD

De Mandawa a Bikaner nos entretuvimos jugando al póker en el coche y mirando por la ventanilla los pueblos secos repletos de gente hambrienta, hasta llegar a un lugar de nombre Deshnoke, avispero de peregrinación de fieles hindúes y turistas poco remilgados que acuden como locos al templo de Karni Mata. La fascinación la produce que en él viven más de 20.000 ratas, a las que se alimenta, mima y venera, literalmente, ya que se las considera reencarnaciones de la diosa hindú que da nombre al templo.

Al principio, estar así, rodeado de ratas, impacta, sobre todo porque hay que entrar descalzo y puedes pisar fácilmente sorpresas ratunas malolientes. Sólidas y líquidas. Pero, después de verlas bebiendo su leche y sentirlas paseándose por encima tus pies, el aggrs inicial se diluye, se diluye… y les coges cariño a los animalicos.

Curiosidades del templo

Si alguien mata, accidentalmente o no, a una rata debe reemplazarla inmediatamente por una réplica de oro o plata.

Si una rata pasa sobre tus pies puedes dar un salto, pero no de asco sino de alegría, ya que es un buen augurio. Ahora, el colmo de la buena suerte es poder ver a la gran rata blanca, que se supone la reencarnación de la mismísima Karni Mata.

Nosotros no la vimos, pero lo pasamos igual de mal. Y seguimos hacia Udaipur. Un trayecto que nos llevó más de 8 horas de carretera, con alguna parada para comer en pueblos donde al parecer no estaban familiarizados con occidentales, con mujeres o yo qué sé. Abajo, los cuatro trabajadores del restaurante me atendieron (a la vez) y observaron muy de cerca durante todo el almuerzo.

Momento raro.

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